Si hay un dulce holandés que logra colarse en casi todas las maletas que salen del país, ese es el stroopwafel. Dos galletas de barquillo finas y redondas con un cálido y especiado almíbar de caramelo entre ellas: crujientes por fuera, blandas por dentro y peligrosamente adictivas. Antes de empezar, aquí tienes un rápido stroopwafel 101. El stroopwafel proviene de Gouda (sí, la ciudad del queso), y su nombre significa literalmente «waffle de almíbar»: «stroop» significa almíbar, «wafel» significa waffle. ¿Pronunciación? En holandés es «strohp-vah-fel», aunque oirás de todo, desde «stroop-waffle» hasta «strope-waffel» en el extranjero. A nivel internacional, es posible que los veas descritos como waffles de almíbar, galletas de waffle de caramelo u obleas de caramelo holandesas, todos refiriéndose al mismo dulce icónico.