Nuestra experiencia
El crucero con cena de Lovers ofrece mucho más que un simple paseo panorámico por los canales, es todo un verdadero festín para los sentidos. Con comida deliciosa, bebidas ilimitadas y un barco cómodo teniendo las impresionantes vistas de la ciudad de Ámsterdam como telón de fondo, la experiencia es inolvidable.
Aunque el barco era acogedor y elegante creando una atmósfera íntima a bordo, nos arrepentimos de no haber llegado antes para conseguir asientos junto a la ventana, ya que no se pueden reservar con antelación. Podíamos disfrutar de las vistas también desde nuestros asientos pero sacar fotos claras y sin obstáculos fue un poco complicado, aunque desde la parte delantera, junto al capitán, se podían tomar buenas fotos también.
Elegimos el menú vegetariano y los puntos destacados fueron la lasaña y el delicioso postre de stroopwafels. A juzgar por la cantidad de platos vacíos que retiraron de las mesas, la comida fue todo un éxito para todos. El personal estuvo muy atento y rápido en rellenar nuestros vasos de bebida, y a pesar de que el barco estaba lleno, el servicio fue excelente.
La atmósfera en general fue relajada, y aunque al principio nos preocupaba compartir mesa con desconocidos, resultó ser una experiencia similar a la de cenar en un restaurante. La mayoría de los pasajeros eran parejas pero también había algunos grupos de amigos y viajeros que iban solos, lo que demuestra que el crucero es perfecto para todo tipo de turistas, incluso para locales que buscan hacer algo especial en su propia ciudad.
Nos gustó que el recorrido pasara por lugares que son especialmente espectaculares de noche, como por ejemplo el Hotel Amstel, los Siete Puentes y el Puente Delgado. El capitán también nos compartió datos interesantes sobre Ámsterdam, lo que enriqueció aún más la experiencia.
Nos bajamos del crucero sintiéndonos llenos, felices y aún más enamorados de esta hermosa ciudad.